Nido de cartas

La obra surgió por la habitación azul de esa casa abandonada en la cuadra seis de la avenida San Martín en Barranco. Era, porque la casa fue demolida hace un mes, una habitación muy pequeña de paredes azul prusia y con un detalle en particular que llamó mi atención desde el principio. El hueco en la pared, que parecía en realidad el rastro de lo que alguna vez fue un closet, tenía una presencia importante en ese pequeño espacio, y me sugería que esa habitación no había sido un dormitorio, sino más bien, un cuarto de juego o un espacio para guardar cosas. Me quedé con la idea de ese cuarto de juego, desde donde se podía ver el inmenso jardín de la casa. Pensé en una niña que iba creciendo y que se iba apartando de los juguetes y los cambiana por libros, por cuadernos y por cartas. Pensé que mientras las personas de la casa cambiaban, las habitaciones acumulaban recuerdos y eran cómplices de lo que se escondía en ellas. Pensé otra vez en la joven escribiendo, y la imaginé tratando de decirle algo a alguien y desistiendo una y otra vez por timidez. Hasta que el armario se llenó de cartas y con ello se llenó de secretos, de intenciones y de cientos de maneras de comunicar lo que se siente.
Ahora, me veía a mi en esa habitación azul en ruinas, ansiosa por liberar esas cartas, ya que en ese armario ellas pudieron anidar durante décadas, y ahora, después de que la casa fuese abandonada e irrumpida de su letargo, las cartas se liberan y salen en busca de algún destinatario, el cual solo ellas conocen.

Texto del curador de la muestra

Georg Simmel, en un ensayo de 1911, describe cómo el estado ruinoso de un edificio es casi su estado natural. Es la victoria de la naturaleza sobre el acto de violencia cometido por el hombre contra ella. En las ruinas arquitectónicas, dice, la naturaleza completa los fragmentos faltantes, convirtiendo los edificios en una nueva unidad.
La casa en la que hemos trabajado esta primera serie de laboratorios lleva un buen tiempo sin uso y ya ha sido canibalizada para vender todo material útil como un paso previo a su demolición. Mientras tanto, su jardín ha crecido salvajemente. Como en las ruinas de Simmel, la vegetación ha ocupado el espacio neurálgico que antes tenían la arquitectura y sus habitantes.
Estos laboratorios han permitido que cada uno de los artistas participantes reflexione sobre el espacio concreto en el que se encuentra: explorando la memoria del lugar, contenida en los objetos dejados atrás por sus habitantes; el estado ruinoso de las paredes, las ventanas y puestas sin marcos, los rastros de la vida que algún día albergó la casa y, por supuesto, la acción de la naturaleza en el vacío dejado por el abandono. Estos laboratorios también permiten que la casa y su jardín sean por última vez un espacio de contemplación, días antes de que desaparezca por su demolición.
Iosu Aramburu

Artistas participantes:
Antonella Zumaeta
Catalina Benavides
Colectivo Quebrada
Eliana Otta
Elisa Mogollón
Iosu Aramburu
Paulo Novoa
Stefania Polo

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